lunes, 20 de mayo de 2013

Corriendo


Ayer salí a correr. Realicé algo que tenía en mente desde hacía días, correr por el monte para probar unas zapatillas minimalistas en un terreno irregular y más blando (¡cuando no hay piedras!).

Después de unos días lloviendo y sin realizar ejercicio en el exterior, al fin salió el sol. Era el momento de probar: barro, roca mojada, agua… Era el momento perfecto de olvidarse de todo y disfrutar del momento.

Cogí el coche y fui a casa de mis padres, al lado del monte Ulia, sobre el que realizaría mi andadura. Bajé del coche y cogí lo necesario: cámara de fotos, mochila de 6’5litros con el móvil y una camiseta térmica gordita por si se me hacía de noche. Me puse las gafas de sol y empecé a subir hacia arriba, saltando una valla que separa la comunidad de vecinos de mis padres del camino público. Estaba feliz, henchido por hacer al fin algo que deseaba desde hacía tiempo: ¡lanzarme a la aventura!

Miraba el pulsómetro para no pasarme de pulsaciones. Caminaba cuesta arriba y corría en el llano y en las bajadas. Las zapatillas agarraban muy bien, el suelo estaba blando, no tenía miedo de torcerme el tobillo, el agua que pisaba e introducía en la zapatilla y el calcetín no me molestaba (al contrario, me hacía sentirme más vivo).

Era muy consciente de todo lo que hacía. Y estaba a gusto. Pero no del todo. No estaba viviendo el momento. Me paraba a sacar fotos de los lugares, para enseñarlos, o reflexionaba sobre el blog, cursos, clases…

Tenía ruido de fondo en mi mente. Me estaba pre-ocupando de otras cosas que no debían de estar allí.

Me hice consciente de ello. Me paré en una roca e intenté cambiar de forma de estar:
 quería disfrutar al 100%. Miré el pulsómetro y marqué un lap para no volver a mirarlo e ir a sensaciones, guardé la cámara y decidí no sacar más fotos e hice un esfuerzo por centrarme en el terreno que tenía debajo y alrededor.

Al llegar a casa reflexioné sobre ello. Estaba excitado cuando realizaba la actividad, ansioso, queriendo hacer demasiadas cosas a la vez (y en realidad ninguna).

Echado hacia delante, todo lo que tengo alrededor va deprisa…  Así es como me veo en esa emoción.

Mi mente estaba en mil sitios y mi cuerpo en otro. Lo importante, fue hacerme consciente de mi estado, cambiarlo y aprovecharlo como quería de verdad. Lo significativo fue que fui consciente de que no estaba en el lugar donde me encontraba

Esta semana este es el reto: Ser consciente de: el momento en el que me encuentro y si mi mente está ahí conmigo. Decidir en ese momento consciente que quiero hacer con esa situación: vivir el momento plenamente o hacerlo con ruido de fondo.

1 comentario:

  1. Comparto tu opinion mik.....la mayoria del tiempo nos pasamos planeando futuros retos o rememorando viejas historias. Ambas cosas nos separan de nuestro ahora, que en verdad es lo unico de que disponemos. Cada instante como este en el que escribo, es unico e irrepetible y por ello deberiamos saber aprovecharlo al maximo. Poniendo en el ,como tu bien dices ,todo nuestro cuerpo y alma. Y es ahi mismo donde debemos de esforzarnos mas, ya que a menudo nuestra cabeza no viaja junto a nuestro cuerpo y alma, razon por la cual nos perdemos las mas bellas cosas del camino.
    Asi que haciendo caso de tu sabio consejo tratare de disfrutar de cada instante, bien sea el sentir la insistente lluvia caer sobre mi o la calida sonrisa de mi abuela al llenarme de nuevo el plato. Poniendo en cada situacion todo mi cuerpo, mente y alma.....

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