domingo, 18 de agosto de 2013

¿Qué hago?

En mis sesiones y en el trabajo, me estoy encontrando con gente que no sabe que hacer ante una situación concreta. Se encuentran perdidos y sin saber que dirección tomar.

Lo que suelen hacer, es quedarse pensando en cuáles pueden ser las posibles soluciones, pero se quedan en eso, en posibles soluciones, pues les cuesta elegir entre las opciones que tienen delante.

A menudo ocurre en situaciones que, para ellos son ser importantes o significan dar un paso adelante en algo que, realmente les importa (o que internamente supone subir un peldaño).

Lo que les cuesta es dar el paso, el paso “del pensar al hacer”. No es hacer cualquier cosa, sino es hacer algo con lo que empecemos a caminar hacia eso que queremos conseguir.


Un ejemplo lo viví durante mis años en los que era Técnico de Piragüismo. Una de las primeras cosas que hacíamos (previa explicación en la arena) era volcarnos con la piragua en el agua y experimentar como se subía a ella.

A la gente le daba miedo quedarse atrapada dentro, hasta que volcaba y veía que incluso antes de caer del todo, estaba ya casi liberado, fuera de la piragua. Después de que les vaciáramos las embarcaciones, les decíamos que tenían que subirse encima para practicar el trepar a ella en un entorno controlado y estable. Era el entrenamiento para posibles vuelcos que podían tener en situaciones menos aseguradas.

Había gente que decía “no puedo” en diferentes situaciones :
-          Sin intentarlo siquiera
-          Sin haberse acercado a la piragua (niños y adultos).
-          Al agarrarse a la piragua
-          Después del primer intento
-         

Otros, subían a la primera, a la segunda, a la quinta o a la mil, pero lo intentaban. Unos pocos incluso comenzaban a vaciar ellos mismos las piraguas después de haber volcado con ayuda de compañeros. A veces conseguían el objetivo. Algunos investigaban otras formas de montarse.

Ante una misma situación, cada uno elige como actuar o no. Tenemos miles de caminos y posibilidades. Uno de ellos es quedarnos donde estamos, simplemente pensando en qué podríamos hacer (en el agua, estáticos, esperando) y otra opción es hacer algo (con todas las opciones que hay): nadar hacia la orilla, subirnos a la piragua del técnico, gritar, pedir ayuda a un compañero y vaciar la piragua y subirme, subirme a la piragua antes o después de que el técnico me la vacíe…

Con una acción por lo menos sabremos que estamos haciendo algo, estaremos en acción y no nos sentiremos tan perdidos, pues hemos decidido empezar y hemos echado a andar.

Hay facetas en nuestra vida en las que vemos que estamos atascados y no sabemos qué hacer para salir de ese atolladero. Os diría que identifiquéis uno de esos aspectos y os pusieseis manos a la obra a hacer algo, lo que sea, pero a hacer algo y que luego digáis si algo ha mejorado o no, simplemente con empezar a hacer. *

Yo hoy por ejemplo había quedado para ir a correr. Se me estaba echando el tiempo encima al tener que elegir entre ir en bicicleta o en coche al lugar. Las ruedas de mi bici podían estar deshinchadas (hacía tiempo que no cogía la de paseo), si iba en coche necesitaría 10 minutos más, etc. Pensando en las mil opciones posibles podía estar más de 15’, pero en el quinto he decidido salir con todas las llaves por si acaso, mirar la bici y si era necesario, ya cogería el coche. La bici estaba bien, por lo que ha sido mi opción, aunque tenía tiempo para las otras opciones. He llegado puntual. En vez de quedarme pensando en las posibles soluciones he aprovechado el tiempo y veo como poco a poco voy aprendiendo a mejorar mi gestión del tiempo.

Y vosotros, ¿en qué aspecto empezaréis a HACER?


*Para tenerlo más claro, podemos escribirlo. Ponemos una columna donde esté identificada esa faceta/aspecto que queremos mejorar. En otra columna, qué me suele ocurrir para postergar la acción. En una tercera qué he hecho y en una última, cual ha sido la solución que le he dado para llegar a hacerlo.

martes, 23 de julio de 2013

Me apetece

Me apetece escribir sobre el pasado viernes.

Lo que iba a hacer distinto ese viernes era que tenía que ir a Barcelona a por unas personas. No tenía que llegar el mismo viernes, por lo que más relajadamente empecé a pensar en las opciones que tenía. La que más me motivaba era la de dormir en el camino, ya que estaría ya en marcha y podría aprovechar para ver y descansar en la naturaleza. ¡No era mala idea despertarse escuchándola!

Para ello, al mediodía tenía que preparar la maleta, coger algo de comida para el camino, hacer la compra de la semana (para la vuelta) y montar la furgoneta.

Tenía 4h30’ para hacer todo eso; el tiempo suficiente.

El jueves por la noche me llamó una amiga para hablar sobre un tema que le estaba preocupando, sobre el que hablaríamos el viernes al mediodía por su urgencia. Éste fue el primer cambio en los planes. Había que adaptar lo pensado, aunque todavía no sabía como.

Decido ir haciendo sobre la marcha lo premeditado  y ver como voy de tiempo para cada cosa y adaptar.

El segundo cambio vino al estar montando la furgoneta: una de las luces estaba fundida. Tenía que poner una nueva para el viaje.

Se supone que cambiar las luces es algo sencillo (menos en algunos coches) y probé a hacerlo, me apetecía hacerlo por mí mismo y experimentar. ¿Por qué no?

Más o menos sabía como se hacía. Quité una de las luces, pero no era la fundida, me equivoqué. J. Quité la que era y ví que no tenía de repuesto (poco previsor).

Ya era un poco tarde, así que adapté el horario y decidí unir la compra de comida con la de las bombillas (para tenerlas ya a mano la próxima vez) en el mismo lugar, un centro comercial con una tienda de accesorios de coche al lado. (Hay que aceptar que a veces vienen muy bien). Buscar soluciones que simplifiquen nuestras necesidades.

Después de hablar al mediodía con la amiga, trabajar y hacer las compras pertinentes, llego a casa. Ya son las 22:30. Empieza a hablar esa vocecilla que nos dice que las cosas son imposibles, que es tarde, que mejor haces mañana, que no vas a poder…

Sigo haciendo. Pongo la compra en su sitio. Preparo la cena. Empiezo a hacer la maleta. Ceno. Pongo el Tour mientras ceno y… ¡Etapón! Me engancho a la gran etapa de ese día que no pude ver.

Y empieza el conflicto entre mis deseos y mis voces internas: “vamos, a la furgo y en marcha”, “no, no, quédate descansando y sales mañana”, “es muy tarde”, “te despertarás con el sol, entre árboles, junto al río…”, “te va a entrar el sueño”…


Y me acordé de la frase que dice un amigo y cliente mío que me ayudó a conectar con mi parte que más quería ser escuchada: “Si quieres tener un año en el que des el 100%, tienes que empezar desde el principio a dar ese 100%” (Gracias Ion. La foto también es tuya, me gusta)

Era un poco tarde, pero mi cuerpo y mi mente querían despertarse en otro lugar, ya en marcha, en camino y viviendo ese 100% con el que llevaba todo el día. Y Para ello, tenemos que salir de esa zona cómoda, de confort, y dar un paso adelante. Sabemos qué es lo que queremos y lo que nos llena, qué hace que estemos en ese 100%, en esa plenitud, haciendo lo que nos equilibra.

Yo ese día lo tengo como el día que volví a ser consciente de ese 100%. De haber vivido ese día, aprovechado cada momento.

¿Cuánto estas dando tú hoy de ese porcentaje?

Y, ahora mismo, ¿qué te ayudaría a darlo?






Pues… si lo quieres, ¡vamos a por ello!

domingo, 30 de junio de 2013

La suerte de tener un lugar llamado...

En momentos en los que la moral es baja somos más vulnerables o estamos más sensibles a ciertas actitudes, acciones de la gente.

Estar sensibles nos hace percibir la información sobre el estado de los demás, sin quererlo o poder evitarlo, pero también somos conscientes de lo débiles que nos encontramos, pues notamos que las cosas nos afectan de otra manera.

En estos momentos acudo a mi lugar donde me siento seguro, mi zona de confort. Un lugar donde tengo fuerza, seguridad, confianza y donde las cosas son conocidas. No hay nada que rompa ese estado de relativa calma.

Puedo estar en este lugar el tiempo que quiera, pero quedarme tiene sus consecuencias, igual que salir.

Otra decisión que tomé me llevó a salir de este lugar, aunque sea de vez en cuando. Con pequeñas o grandes acciones.

Ha habido situaciones que a mí me han servido para saber qué necesito y abrir la mente:

1.-Encontrar a una persona que ha creído en mis posibilidades y que me haya apoyado en mis proyectos.

2.- Trabajar con un grupo de Ciclo-indoor que me ha dado la seguridad para ser yo mismo y así descubrir herramientas que han hecho que las clases sean de mejor calidad y más divertidas.

En el primer caso buscaba una relación entre iguales, sin diferencia de poder y tenía claro que para que funcionase tenía que ser yo mismo y dejar a la otra persona ser ella misma. Desde ahí empecé a construir la relación y está saliendo muy bien (casados y con una hija en camino). Pero fue importante su visión y aceptación. Escuchar y dar otra opinión distinta sin otra intención más que abrir la mente, animarte a ser lo que eres, recordártelo cuando te desvías, demostrarte como eres (aunque duela), conversar, reír… 

El caso de la clase de Ciclo-indoor se ha convertido en un reto continuo de autosuperación. Era y es un grupo exigente y que tiene sus necesidades. Conectamos bastante bien porque la metodología que utilizo y lo que ellos buscaban eran lo mismo: explicaciones sobre lo que ibamos a hacer (al inicio, durante y sobre la progresión anual), realizar una clase correcta, llevarlas preparadas de antemano, exigirles (porque lo pueden hacer)… Todo esto se unió a que yo les metía en las sesiones canciones que les gustaban, me interesaba por ellos. Poco a poco la confianza ha aumentado (sin perder el respeto) y me permiten hacer pruebas para hacer las clases diferentes, aunque a veces no salgan bien a la primera o ese no sea el momento de realizarlas. Existe un feedback. Esto es bueno para los dos, así que, las dos partes estamos encantadas.

En los dos casos han creado una zona Segura y donde me han permitido ser Valiente. No han importado los fracasos, porque han sido aprendizajes. Esto ha hecho que me conozca mejor, con lo que mi confianza ha aumentado.

Es importante tener un lugar así, pues es el que me da la opción de ser completo, creativo y lleno de recursos y lanzarme a por el infinito.

A este lugar yo le llamo: lugar Seguro donde gano Confianza para ser Valiente (SCV)

                        y salir ahí fuera a descubrir lo que hay



¡¡¡Porque realmente yo quiero toda la tarta!!!

jueves, 27 de junio de 2013

Comunicación

Estoy en la habitación de mi padre en la Policlínica. Le han realizado una prótesis de rodilla, que ayudaré a recuperar desde la experiencia de entrenador.

Tenía pensado escribir sobre las ondas, pero he preferido cambiar el post a algo que he sentido más urgente: la comunicación.

Y, ¿qué es la comunicación?

Para mí es “simplemente” una relación entre dos o más personas entre las que hay un cambio de información, verbal o no verbal (más del 80% de una conversación es información no verbal).

Lo que parece tan fácil, en mi día a día, veo que no es tan sencillo. Me ha tocado como entrenador, coach, hijo, hermano, etc. ver las dificultades que tenemos a la hora de expresarnos.

Lo primero que se nos hace difícil es saber qué queremos decir. ¿Somos complicados o nos hacemos complicados?

Las emociones, las poseemos; los pensamientos, los tenemos; las palabras, nos las sabemos… y sin embargo, hay un torrente en nuestra mente que no deja que eso fluya. Cada uno tiene su limitación ahí. Al descubrir que pasa, todo fluye más fácil.

A veces tendremos que aprendernos palabras para poder expresar eso que sentimos, otras veces hay que trabajar sobre el cuerpo, para poder saber qué ocurre en él, otras, simplemente buscar emociones, otras, ayudar a expresar bien esas ideas, ordenarlas.

Pero todo empieza en la búsqueda de lo que queremos. Si realmente no queremos expresar, no lo haremos. Nos quedaremos condicionados a tener una comunicación limitada.

Tenemos que saber decir lo que pensamos/sentimos, pues los demás no van a poder adivinar lo que hay dentro de nuestra cabeza. ¡Bastante tienen con la suya!

Y la forma es expresarse. Para lo que debemos buscar nuestra propia fórmula. La mía es la sinceridad y el escuchar los mensajes que me manda mi cuerpo, darles un sentido a esas emociones; buscar su procedencia más allá de lo que los ha provocado en un principio.

Una herramienta que utilizo muchísimo es hablar con mi mujer de estas cosas. Lo mejor que tenemos es la comunicación fluida, trabajada mediante la confianza y la libertad o no juicio.

Saber que no voy a ser juzgado y que otra persona me da otro punto de vista que ni me había planteado, más de una vez me ha abierto los ojos o ha hecho que me replantee las cosas (si estoy con la mente abierta).

Resumido en pocas palabras, tener un espacio donde sentirme seguro y ser lo suficientemente valiente para darme permiso a expresar.

Y tú, ¿estás dispuesto a creártelo

Creárselo


Crearlo?

miércoles, 19 de junio de 2013

Yo mismo

En esta época tan convulsa y donde hay tanta información uno se pierde en su camino. En nuestro día a día obtenemos información sobre nosotros mismos y sobre lo que está a nuestro alrededor.

Ahora mismo tenemos una crisis de la que no paran de hablar y donde todos los días nos recuerdan lo difícil que está todo, lo mal que están las cosas, lo complicado que es, etc.

Ante este clima nuestras pilas se van agotando. Es como si al conejito de Duracell le pones a escalar en un desplome, a remar río arriba, a correr en cuesta o a intentar controlar un barco en una mar arbolada.

Y es que tampoco tenemos a muchos dispuestos a echar una mano. Todo parece complicado, retorcido y excesivamente difícil.

Soy de la opinión de los que pensamos que una crisis es una oportunidad. Sí, realmente lo pienso. Valoras lo que tienes o dejas de tener, le das importancia a lo que realmente es valioso para ti, las relaciones se limpian, etc.

Pero para conseguir eso hay que dar un paso adelante, no estar en la crisis, sino intentar modificarla. Sabemos lo que queremos, sentimos en nuestro cuerpo la energía fluyendo al actuar de acuerdo a nuestras ideas. Quitémonos ese lodo que hace que nos movamos a un ritmo que no es el nuestro y movámonos en libertad, haciendo lo que realmente es correcto y constructivo para nosotros (sin perjudicar a los demás).

En 2’ yo salgo hacia una reunión donde se aclararán las opciones que tenemos en nuestro centro de trabajo de cambiar de modelo de gestión y comprensión del mismo. He estado luchando por ello desde hace tiempo y ahora es un momento decisivo, ya que quien ostenta el poder dará su opinión.

Me voy con una incognita en la cabeza, pero seguro de que diré lo que pienso y de que obtendré una respuesta.


¡Un saludo a tod@s!

lunes, 10 de junio de 2013

Experiencia

Este fin de semana he estado con mi hermano en los Pirineos. Ha ido a remar en piragua un río y mi hermana y yo hemos ido a visitarlo (ya que vive un poco lejos de nosotros y los astros han coincidido dándonos esta oportunidad).

Hubo un tiempo en el que yo también iba con él, hace unos años, antes de que me operasen del hombro. Aunque él ha sido más de río y yo de olas, coincidíamos durante el año realizando la actividad.

Ésta vez yo he estado en la orilla, vestido de calle y con una cámara en mano. Como aquellos que nos acompañaban a los que entrábamos al agua.

He tenido ganas de volver a remar. Y volver a tener la mente que tenía entonces y trasladar aquello a mi vida cotidiana.

Los piragüistas se estaban preparando para el primer tramo del río que iban a bajar, uno que yo baje en aquellos días (aunque en aquel momento estaba más fácil que hoy).

Estaba en la orilla reviviendo aquellas sensaciones: el llevar el material al comienzo oliendo ya la humedad del río, sintiendo como la hierba mojada te iba humedeciendo el pie, los nervios que te hacían ser un poquito más descuidado con algunas piedras que pisabas, la sequedad de la boca (por mucho que bebieras o por mucho que lloviese)…

He mirado al río y me he fijado en la línea que había que seguir con el kayak. No la encontraba. Me he quedado de piedra. ¡Se me ha olvidado leer el río! No me lo podía creer. No veía nada claro. No era capaz de distinguir aquello que antes hacía sin darme cuenta.

Sorprendido (y un poco molesto) me he quedado analizando el río, sintiéndome como aquel piragüista de río. He empezado a seguir las corrientes principales del agua, las contras (contracorrientes), las distintas líneas de agua que iban surgiendo del torrente de agua… y poco a poco, he ido distinguiendo la línea que haría yo si estuviese en el agua. Al observar un poco más, la he cambiado o mejorado, dándome distintas opciones durante la acción.

Sólo faltaba el material.

Lo que he aprendido hoy es que somos dueños de herramientas que por mucho que las dejemos de usar, somos capaces de recuperarlas. Sólo es cuestión de recordar lo que hacíamos y ya la volvemos a tener. Simplemente nos costará más que antes al principio, pero será nuestra.


Nos olvidamos de todo lo que aprendemos y hay momentos en los que las viejas herramientas nos sirven tanto como las nuevas.  

lunes, 27 de mayo de 2013

Decisión - ¡Dame lo que necesito!

Día a día vas pensando en que la idea se va haciendo más fuerte. Te convences de ello. Lo analizas. Lo aclaras. Lo ves claro.

Estás ahí, construyendo, llegando a tu meta. La ves. La hueles. La sientes.

Sientes la emoción bullendo por tu sangre. La energía sale de tu cuerpo. Vas a mil.

Y es el momento en el que algo perturba ese nivel sensorial que te está empujando a todo gas.

De repente aparece algo en el camino que hace que esa velocidad caiga en picado y te haga mirar otra vez a tu alrededor y controlarlo, si te da tiempo, antes de estrellarte.

Te levantas. Miras alrededor. Ves estrellas, pajarillos en tu cabeza. No sabes que ha pasado. Sólo sabes que te has parado.

Mi opción es ver que ha pasado para reducir la velocidad, pararme o estrellarme: ¿Se ha roto el coche? ¿Había algo en el suelo? ¿Me he despistado con algo a lo que no debía prestar atención? ¿Estaba pensando en otra cosa y me he olvidado del camino?

Hay veces en las que somos nosotros los que nos despistamos, solos; otras veces algo externo nos hace desviar la mirada y perder el control (la mujer de rojo de Matrix) y otras ambas se unen.

Es lo que me ha pasado. Encontrarme en  un punto con convicción, sabiendo el camino a seguir y la dirección correcta. Con fechas.

De pronto, aparecen opciones que antes deseaba, surgen otras opciones nuevas y surgen como alternativas a ese único camino que existía. Tienes que elegir. Otra vez.

Puede que pueda caminar a la vez por dos caminos. Puede que al final se unan en uno sólo todos estos. Y puede que termine en otro distinto.

Pero yo sé que ahora mismo quiero ciertas cosas, las necesito; y eso es irremediable. No es mi momento de dudar y/o reflexionar sin sentido o fin.

Pienso en la gente que es grande y muchas veces al pensar en ellos decimos: “ha hecho lo que ha querido”. Pero estamos equivocados. Yo ahora digo: “Ha hecho lo que ha necesitado hacer”.

Por eso me pregunto: ¿Qué necesito hacer yo?

Y la respuesta a mi duda aparece


lunes, 20 de mayo de 2013

Corriendo


Ayer salí a correr. Realicé algo que tenía en mente desde hacía días, correr por el monte para probar unas zapatillas minimalistas en un terreno irregular y más blando (¡cuando no hay piedras!).

Después de unos días lloviendo y sin realizar ejercicio en el exterior, al fin salió el sol. Era el momento de probar: barro, roca mojada, agua… Era el momento perfecto de olvidarse de todo y disfrutar del momento.

Cogí el coche y fui a casa de mis padres, al lado del monte Ulia, sobre el que realizaría mi andadura. Bajé del coche y cogí lo necesario: cámara de fotos, mochila de 6’5litros con el móvil y una camiseta térmica gordita por si se me hacía de noche. Me puse las gafas de sol y empecé a subir hacia arriba, saltando una valla que separa la comunidad de vecinos de mis padres del camino público. Estaba feliz, henchido por hacer al fin algo que deseaba desde hacía tiempo: ¡lanzarme a la aventura!

Miraba el pulsómetro para no pasarme de pulsaciones. Caminaba cuesta arriba y corría en el llano y en las bajadas. Las zapatillas agarraban muy bien, el suelo estaba blando, no tenía miedo de torcerme el tobillo, el agua que pisaba e introducía en la zapatilla y el calcetín no me molestaba (al contrario, me hacía sentirme más vivo).

Era muy consciente de todo lo que hacía. Y estaba a gusto. Pero no del todo. No estaba viviendo el momento. Me paraba a sacar fotos de los lugares, para enseñarlos, o reflexionaba sobre el blog, cursos, clases…

Tenía ruido de fondo en mi mente. Me estaba pre-ocupando de otras cosas que no debían de estar allí.

Me hice consciente de ello. Me paré en una roca e intenté cambiar de forma de estar:
 quería disfrutar al 100%. Miré el pulsómetro y marqué un lap para no volver a mirarlo e ir a sensaciones, guardé la cámara y decidí no sacar más fotos e hice un esfuerzo por centrarme en el terreno que tenía debajo y alrededor.

Al llegar a casa reflexioné sobre ello. Estaba excitado cuando realizaba la actividad, ansioso, queriendo hacer demasiadas cosas a la vez (y en realidad ninguna).

Echado hacia delante, todo lo que tengo alrededor va deprisa…  Así es como me veo en esa emoción.

Mi mente estaba en mil sitios y mi cuerpo en otro. Lo importante, fue hacerme consciente de mi estado, cambiarlo y aprovecharlo como quería de verdad. Lo significativo fue que fui consciente de que no estaba en el lugar donde me encontraba

Esta semana este es el reto: Ser consciente de: el momento en el que me encuentro y si mi mente está ahí conmigo. Decidir en ese momento consciente que quiero hacer con esa situación: vivir el momento plenamente o hacerlo con ruido de fondo.

domingo, 12 de mayo de 2013

Escucha, conoce, siente


Nos despertamos, ya con esa energía nueva, la que sabes que necesitas tener durante el día. Y que sabes que si en algún momento la pierdes, simplemente con pensar en qué quieres, la recuperas. Y sigues viviendo el día.

Las emociones que tenemos a lo largo del día nos dan señales de cómo está yendo el mismo.

Esas emociones nos van diciendo donde estoy en esa fluctuación de energía que es el día. Pero muchas veces nos negamos a escuchar nuestro cuerpo o tenemos demasiado ruido alrededor para centrarnos en nosotros. La prisa, el exceso de estímulos, el estrés, etc. distorsionan nuestra realidad interior y hacen que no sepa muy bien qué siento y qué decido.

Conocer mis emociones me ayuda a saber quien soy y en consecuencia a actuar. Por eso, os propongo un ejercicio sencillo:

Ejercicio:
1- Busca una postura que te haga sentir como tu ser se expande, aumenta de tamaño y tu cuerpo crece,  se agranda…
2- Ahora es el momento de sentirte pequeño. Quieres protegerte de todo lo que hay alrededor.

Busca lo que a ti te hace sentir esto, sin ideas previas. Es la mejor forma de explorar, sentir, conocerte a ti mismo. Las posturas que conoces te las han dado otros. Explora la tuya.

No te fijes solamente en la postura, sino en señales internas y externas que puedas tener. Ayudarán a que la amplitud sea mayor. Puedes fijarte en la longitud de tu cuerpo, el espacio que ocupa, que músculos están tensos y cuales más relajados, como tienes el abdomen, la espalda, los pies, las piernas… los diferentes segmentos y partes de tu cuerpo te informan.

Lo que sacaremos de aquí será lo que siento en estas posturas concretas en ese preciso momento. Pero esto es muy difícil tenerlo en el día a día, por lo que fijarnos de vez en cuando en lo que siento, ¡tampoco está de más!

Apunta lo que vas sintiendo, las emociones más fuertes del día en un cuaderno (ejercicio 2) Nos ayuda a conocernos y entender las emociones y sentimientos que tenemos.

El reto de esta semana entonces es: escucha, siente, conoce

domingo, 5 de mayo de 2013

Lunes


Tiii Tiii Tiii

Suena el despertador. En mi mente ya empieza a aflorar alguna idea. Sin querer empiezo a pensar.

Las primeras ideas que nos vienen podrían ser:
Ya está sonando
Que me deparará este día
Que tendré que hacer
Y que más cosas me saldrán

Si probamos a ponerle una entonación en la que nos despertamos hambrientos de lo que nos espera el día, a cada frase que leas, te irás llenando de energía.
Si en cambio, pensamos en que cada frase es una piedra que se introduce en esa mochila que todos llevamos en la espalda, ésta va pesando cada vez más. Esto me irá deformando la posición natural y hará que vaya agachado para el resto del día.
Son dos situaciones totalmente distintas que se nos pueden presentar cada mañana (o momento). En una, estamos dispuestos a lo que vaya pasando, con una mentalidad abierta que hará que nos podamos adaptar a las situaciones que nos surgen. Aceptamos lo que nos ha venido.

En la otra, tenemos una predisposición a lo que irá pasando, ya damos por hecho que algo irá de esa forma.

La idea que me gustaría transmitir al final es esta: la decisión está en nuestras manos. La tenemos nosotros.

Durante el día tomamos muchísimas decisiones. Cada vez que decido, es una forma de mostrarme ante ese día, con una energía que me hará más o menos pesada la mochila.

Lo bueno es, que en cualquier momento del día puedo pararme un instante, analizar y decidir cambiar el curso del mismo. Eso es magia: cambiar el curso de un día tomando una decisión en ese preciso momento, decidir qué actitud tomar.

Piensa en cómo has salido de la cama y en cómo ha influido en esa primera mirada al espejo a la que te enfrentas cada m
añana. ¿Qué quieres hoy?

Es el momento de decidir