Este fin de semana he estado
con mi hermano en los Pirineos. Ha ido a remar en piragua un río y mi hermana y
yo hemos ido a visitarlo (ya que vive un poco lejos de nosotros y los astros
han coincidido dándonos esta oportunidad).
Hubo un tiempo en el que yo
también iba con él, hace unos años, antes de que me operasen del hombro. Aunque
él ha sido más de río y yo de olas, coincidíamos durante el año realizando la
actividad.
Ésta vez yo he estado en la
orilla, vestido de calle y con una cámara en mano. Como aquellos que nos
acompañaban a los que entrábamos al agua.
He tenido ganas de volver a
remar. Y volver a tener la mente que tenía entonces y trasladar aquello a mi
vida cotidiana.
Estaba en la orilla
reviviendo aquellas sensaciones: el llevar el material al comienzo oliendo ya
la humedad del río, sintiendo como la hierba mojada te iba humedeciendo el pie,
los nervios que te hacían ser un poquito más descuidado con algunas piedras que
pisabas, la sequedad de la boca (por mucho que bebieras o por mucho que
lloviese)…
He mirado al río y me he
fijado en la línea que había que seguir con el kayak. No la encontraba. Me he
quedado de piedra. ¡Se me ha olvidado leer el río! No me lo podía creer. No
veía nada claro. No era capaz de distinguir aquello que antes hacía sin darme
cuenta.
Sorprendido (y un poco
molesto) me he quedado analizando el río, sintiéndome como aquel piragüista de
río. He empezado a seguir las corrientes principales del agua, las contras
(contracorrientes), las distintas líneas de agua que iban surgiendo del
torrente de agua… y poco a poco, he ido distinguiendo la línea que haría yo si
estuviese en el agua. Al observar un poco más, la he cambiado o mejorado,
dándome distintas opciones durante la acción.
Sólo faltaba el material.
Lo que he aprendido hoy es
que somos dueños de herramientas que por mucho que las dejemos de usar, somos
capaces de recuperarlas. Sólo es cuestión de recordar lo que hacíamos y ya la
volvemos a tener. Simplemente nos costará más que antes al principio, pero será
nuestra.
Nos olvidamos de todo lo que
aprendemos y hay momentos en los que las viejas herramientas nos sirven tanto
como las nuevas.
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